jueves, 12 de julio de 2012

Cuando la Justicia deja de llamarse tal

Editorial del Diario “La Voz de Ica”

Miércoles, 11 Julio 2012 09:27

La inhumana violación de dos pequeños, de 6 y 9 años, en el año 2004, por dos individuos que valiéndose de argucias arrebataron la inocencia de estos niños en actos salvajes, para dar rienda suelta a los aberrantes y animalescos bajos instintos, no puede ni debe tener perdón de Dios ni de la ley de los hombres.

Cuando las pruebas se volvían irrefutables en los tribunales y ya encarcelados los imputados, la comedia burlesca en que ha devenido lastimeramente el Poder Judicial, uno de los trasgresores, amparado en no tan anónimo poder, relaciones a alto nivel y el dinero a raudales, logra alcanzar la libertad contra todo pronóstico, contra toda opinión, quebrantando el último recodo de credibilidad que todavía le quedaba a quienes administran justicia, en las cuasi solemnes Salas y Juzgados.

¿Qué pecado cometieron estos niños para pasar estas tribulaciones? ¿Por qué la justicia se subyuga ante los tecnicismos que con lupa encuentran fogueados jurisconsultos defensores de lo indefendible, cuyas tarifas resultan millonarias? ¿Acaso el valor de la verdad se mide por las relaciones de amistad o familiaridad con los juzgadores? ¿Acaso sólo tiene "justicia" quien paga más o tiene más poder? ¿A esa letrina nauseabunda se ha reducido la administración de justicia en nuestro país? Liberar a un individuo de la cadena perpetua no será jamás un triunfo sobre la justicia, es una burla, una canallada que no se debe permitir. Y como la estrategia será pagar a cierta prensa adicta para que desvirtúe la noticia, que confunda y a lo mejor refunda en el olvido la trascendencia de lo que ha ocurrido.

Mientras tanto, un grito silente de indignación recorre nuestra ciudad, tratando de encontrar eco en las autoridades honestas, en jueces prístinos, en ciudadanos honorables para responder a la bestialidad de quienes osan ir contra la moral y las buenas costumbres ciudadanas. Ni las mentes más afiebradas podrían haber imaginado tan dantesco final: un violador libre de polvo y paja y el otro refundido en la húmeda prisión sufriendo la pena máxima, inexorable, solitario, sin dinero, sin padrinos, sin poder que lo ampare. La justicia no será tal cuando perdona a uno y recarga todo su peso en el otro, cerrando uno de sus ojos para no ver el grueso error, el imperdonable error que se ha cometido.



No hay comentarios:

Publicar un comentario